La leyenda del Rey Laurino

Laurino era el rey de los enanos, un pueblo de trabajadores mineros, un poderoso hechicero con el reino en un magnífico jardín entre las Dolomitas.
De él se enamoró a escondidas la valquiria Sittlieb, que estaba a su servicio como caballero y por él creó en su jardín el más bello rosal que nunca se había visto.
Pero Laurino se había enamorado de Moena, una niña noble, tan bonita, que para casarla el padre convocó un torneo, del que fue excluido el Rey Laurino porque era un enano.
Laurino no quería renunciarle a la mujer que tanto amaba, se puso el sombrero de la invisibilidad y la raptó. La condujo a su castillo y la encerró en el bonito rosal colmándola de atenciones. Moena se enamoró sinceramente del Rey Laurino y le dio tres hijas.

Sittlieb huyó con el corazón destrozado y acudió a una bruja para que la hechizara y la convirtiera en hombre, pero la magia previó que no podría regresar jamás al jardín hecho por ella tan bello o perdería la vida.

Mientras Moena estaba en el rosal de Laurino, Hartwig, el caballero que la había protegido en el bosque donde una vez se perdió y que se había enamorado de ella, partió hacia el jardín para liberarla. Al entrar se encontró con unas ninfas que le dijeron que sólo un niño o un juglar podrían entrar en el jardín y esperaban de él un canto. El jardín, en efecto, estaba rodeado por un sutil hilo de oro, y con solo rozarlo, acudiría toda la guardia del Rey Laurino. Él declamó la poesía para Moena y le fue revelado el verdadero motivo por el que había sido raptada.

Sin poder hacer nada por ella, decidió regresar a casa de su patrón y contarle la verdad, que Moena sería liberada, si Laurino pudiera participar en el torneo con la imparcialidad debida a los caballeros.
En realidad Moena fue feliz y mejoró todos los días sus artes y se estaba convirtiendo en un hada buena y excelente.

Mientras tanto Sittlieb entró a formar parte de la corte del Rey Teodorico como guerrero del rey. La magia y el hecho de que no se quitara nunca el yelmo ayudaron a que no fuera reconocida como la valquiria que  había trabajado para el Rey de los Enanos.

El Conde, padre de Moena, despreciado, no quiso en ningún caso aceptar la participación de Laurino en el torneo, y Hartwig se vio obligado a pedir ayuda al Rey Teodorico para “liberar” a Moena. Teodorico aceptó, considerando una fácil empresa penetrar en el reino de los enanos para liberar a la niña, incluso sabiendo que Laurino poseía artes mágicas, como un cinturón que le daba la fuerza de doce hombres, una coraza impenetrable y el sombrero que lo hacía invisible, con el que había raptado a la niña.

La vía de acceso al Rosengarten, Jardín de las Rosas, era conocida por ser inaccesible, pero el caballero con el yelmo dijo que ya había estado allí. El Rey Teodorico decidió que lo guiaría, y  lo obligó también cuando el caballero se mostró contrario prediciendo su propia muerte.
Al llegar al rosal, Teodorico cortó el hilo de oro que lo rodeaba, y en seguida se le apareció el Rey Laurino en persona e inició con él un duelo a muerte.
El Rey Laurino se hizo invisible y tomó ventaja, pero el Rey Teodorico logró agarrarlo, y quitándole el cinturón, la capucha y las armas, lo dominó.

Liberada Moena, explicó que el Rey Laurino tenía el alma noble y que siempre la trató con delicadeza y amor. Le pidió así al Rey Teodorico que no lo humillara y que lo dejara marchar. Este entonces tendió la mano a Laurino y le ofreció la paz. Se organizó un gran banquete en el salón en la cavidad de las montañas.
Pero después de la medianoche, cuando todos se fueron a dormir, un minero  despertó a Laurino, porque un caballero del Rey Teodorico vagaba por el rosal intentado penetrar en las montañas con malas intenciones.
En seguida los enanos se enfrentaron a este, pero los ruidos despertaron al Rey Teodorico que pensó que era una trampa e se levantó en armas. Laurino pensó entonces que era un acuerdo entre Teodorico y el caballero contra la paz y se reabrieron las hostilidades.

Una vez más los hombres del Rey Teodorico vencieron, pero el caballero con el yelmo pretendió la libertad del Rey Laurino llegando a desafiar en duelo al propio rey Teodorico. Herido, le fue retirado el yelmo y se descubrió que era una mujer, la valquiria Sittlieb que, permaneciendo fiel al Rey Laurino, moría por el hechizo.
Así terminó la guerra en el rosal y el Rey Laurino fue conducido prisionero ante el rey Teodorico.

Después de un largo tiempo, Laurino logró  liberarse y regresar a las montañas, donde, sumido en una profunda tristeza, y sin encontrar ya a los suyos, hizo petrificar el rosal entero, pronunció una fórmula mágica y transformó el jardín en picos inaccesibles que son ahora las Dolomitas, en virtud de las que las rosas ya no podían ser vistas ni de día, ni de noche.

Olvidó el crepúsculo, por eso desde entonces, en cada ocaso, reaparecen todas las rosas tiñendo de un maravilloso rosa toda la montaña, llamada precisamente Rosengarten.
Y esta es la “Enrosadira”: el momento mágico del jardín de las rosas.

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